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miércoles, 16 de enero de 2013

Decir la verdad NO ES FÁCIL


Imaginar decir la verdad sin consecuencias por ella.
Sin compasión. Sinceridad, recíproca por supuesta, que todos nos dijéramos las verdades sin ar en futuras repercusiones.

Desayunando en vuestra cafetería preferida, el guapo camarero, sirve tu café con leche y ese sandwich vegetal (para no perder la línea), te sonríe y decides que hoy es tu momento:

"Me llamo Sophia, llevo meses, 11 largos y desesperados meses, cambiando la ruta de casa (es eterna la vuelta), solo para contemplar tu rostro angelical, que atonta y entorpece mi personalidad, esperando tu señal (en mi caso una valla publicitaria que diga: "SOLO MUERDO A LOS TÍOS, ACÉRCATE")."

El camarero al instante mostraría alegría y euforia, contestando:

"Somos almas gemelas, porqué día a día calculo los minutos que quedan para verte entrar, con tu bolso Mustang, tu manicura francesa, ese tocado pin-up y esos labios rojo cereza, a lo bohemian chic.

DESPERTAD..... un tío jamás pronunciará seguido la frase anterior, requiere años de experiencia y mucha cultura general. En el caso de que pasara la historia anterior, habría que pensar dos cosas:

- ¿Por qué es camarero, con esa jerga usada en backstage de la fashion week?
- Si calcula el momento de verte, tiene preparado el café a tu gusto y sonríe a la vez, ya podrás ser la primera en decir que has presenciado un milagro de nuestro señor, y mira que soy atea eh?

Soñar es gratis, pero la verdad se paga.