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jueves, 25 de octubre de 2012

Historia de una buena taza café

mujer bebiendo café

Aquel día iba a ser diferente, lo presentía, no obstante hice lo que de costumbre.
Me vestí, me arreglé el pelo en un coqueto recogido, me dirigí a prepararme una buena dosis de café, pero pensé que si iba a ser un día especial me tenía que abrigar y averiguar que me deparaba el destino. Caminé con el gélido aire acariciando mi cara hasta que llegué a una acojedora cafetería, donde decidí tomarme mi café matutino.

Pedí mi café con leche, doble azúcar y sin espuma cuando de repente un chico me preguntó la hora, con las prisas me había dejado el reloj y al contestarle que no llevaba éste vi su cara angelical y me cautivó, a lo que se apresuró a decir si podía acompañarme que tenía que esperar la 3a parada de su tren, hablamos durante 20 minutos que para mí se hicieron muy brebes, luego me despidió con un beso en la mejilla y no lo volví a ver más.

Fue un día poco corriente, perfecto y nunca supe si fue la taza de café o fue el no llevar reloj, pero desde entonces no llevo reloj y cada vez que el aroma del café me envuelve recuerdo ese beso como si en cuestión de minutos hubiera pasado.

3 comentarios:

  1. que bonito relato!! escribes muy bien.
    besos
    ELlen

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  2. Gracias Ellen, me gusta oir frases de apoyo, un besito :D

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  3. Hola guapa. Que relato más bonito. No sé si te pasó realmente o es una simple historia, pero es muy bonita.
    jorgezapatero.blogs.elle.es

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