Ese estado en el que uno se levanta, si se le añade ver a un extraño en el espejo con cara de haber abierto un recibo del banco, pero de los que duelen, con un cabello grasiento, porqué no apetecía ducharse la noche anterior (se suele pensar que hacerlo por la mañana despierta y se siente uno mucho mejor), pero mañana es hoy y apetece tanto ducharse como ir a hacer "jogging", o coloquialmente hablando "pónte el chándal y a correr, que necesito reducir tres tallas antes del verano"
Entonces ya vestido, sin pasar por el túnel de lavado previamente, uno desayuna fuera (hacerse un triste café con un cruasán).
Al llegar a la cafetería, el simpático camarero, se le ve con las mismas ganas de servir el café, que las que tiene uno de ponerse en su sitio, se deduce por esa sonrisa puesta en todas las personas que trabajan a partir de las 8:00am, y no hace sentir bien a las personas que beben el café.Al salir del establecimiento, mientras se aleja uno, el camarero con cara de "él nunca lo haría", uno sonríe y piensa: él tendrá que estar allí dejándose la sonrisa, mientras se decide que prenda quedará mejor puesta, en una tienda dónde trabajaran personas felices como el camarero.
El consejo del día: tratar bien a los camareros que realizan la jornada matutina, podemos encontrar una sorpresa en el café y no me refiero a una galletita precisamente.
